Our darkness

Our darkness is an intimate territory, often avoided but inescapable. It is that part of us that hides behind routine, behind the smiles we give out of courtesy, or the effort to appear stable. From a young age, we are taught to fear it, to deny it, to mask it with forced optimism. But what if, instead of running from it, we chose to inhabit it?

Gray days, those in which the world seems drenched in a heavy melancholy, are also an opportunity for self-discovery. In them, the wounds that have yet to heal are revealed, the doubts we repress, the desires we don’t dare to name. Darkness is not the enemy of light but its necessary counterpart. Only by understanding our own depths can we find a more genuine meaning in clarity.

Perhaps it is not about expelling sadness or filling it with empty distractions. Perhaps the true act of courage is to sit with it, listen to what it has to say, and let it pass through us without being consumed by its echo. And in the end, we may find that even in the deepest shadow, there are flickers of truth waiting to be seen.

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Nuestra oscuridad es un territorio íntimo, a menudo evitado pero ineludible. Es esa parte de nosotros que se esconde detrás de la rutina, detrás de las sonrisas que damos por cortesía o del esfuerzo por aparentar estabilidad. Nos enseñan desde pequeños a temerla, a negarla, a disfrazarla con optimismo forzado. Pero, ¿y si en vez de huir de ella, la habitáramos?

Los días grises, aquellos en los que el mundo parece teñirse de una melancolía densa, son también una oportunidad para el autoconocimiento. En ellos, se revelan las heridas que aún no han sanado, las dudas que reprimimos, los deseos que no nos atrevemos a nombrar. La oscuridad no es enemiga de la luz, sino su contraparte necesaria. Solo al entender nuestros propios abismos podemos encontrar un significado más auténtico a la claridad.

Tal vez no se trata de expulsar la tristeza o de llenarla con distracciones vacías. Tal vez el verdadero acto de valentía es sentarse con ella, escuchar lo que tiene que decirnos, dejar que nos atraviese sin perdernos en su eco. Y al final, descubrir que incluso en la sombra más profunda, hay destellos de verdad esperando a ser vistos.